Renos ilustrados

| sábado, 4 de febrero de 2012 | 14:41



Les voy a contar un cuento: cómo de una sociedad agrícola a finales de los noventa, con una grave recesión y paro altísimo, se pasa a un reino que lidera las estadísticas de riqueza. La receta la desgranaba el otro día Reijo Aholainen, del ministerio de cultura finés: Educación, Educación, Educación. En el país de los renos, ser profesor es algo prestigiosísimo y muy bien remunerado, porque solo puede serlo los mejores: la nota de corte en la carrera en un 9. Y después tienen que acceder a un máster que admite a uno de cada diez candidatos que se presenta, sin obviar que este entrenamiento no cesa durante toda la vida profesional. Los partidos políticos han llegado a un consenso para que nunca falte financiación en lo educativo, y casi todo es público y municipal, el transporte, los libros, la comida… por haber, hay incluso un ordenador cada dos alumnos. Es decir, que el estado corre con los gastos educativos de cada finlandés hasta que consigue un título, unos 200.00 euros por persona, eso sí, con una ideologización durísima acerca de su responsabilidad con el dinero del contribuyente. Otrosí, se forman profesores para que identifiquen a los chavales con problemas de aprendizaje, a fin de que no queden descolgados o se localicen tempranamente los problemas de dislexia. La consigna es: estos críos no son estúpidos, su cerebro es diferente. Para los profesores, el dominio de la lengua es la base de todos los conocimientos, incluidos los científicos y los matemáticos, ergo se trabaja la comprensión y la argumentación, no la memorización. Y respecto a los idiomas, se acostumbra a los chavales a ver películas y series sin doblar, para que acostumbren el oído a otro idioma y al tiempo adquieran destreza lectora con los subtítulos. Por último, los padres cooperan en las clases, que son cortas y prácticas, sin descuidar el arte, la cocina, los deportes… mandándose pocos deberes, que eso sí, son de obligatorio cumplimiento.  El colofón resultante es que se trabaja la honradez y el trabajo tanto como la cultura, y que, evidentemente, la educación empieza por lo que aprendes en casa. El gobierno puede empezar a tomar nota del paradigma. 


PDATA: bien, parece que ha habido un problema con Blogger y se ha borrado el anterior artículo y sus comentarios. Disculpad las molestias. Una muestra más de la fragilidad de todo. 


3 comentarios:

Sandra Sánchez dijo...

Me ha parecido muy interesante este post y lo voy a compartir en Facebook.
Cuánto deberían de aprender otros gobiernos...(el nuestro, sin ir más lejos) en fin...tú lo has dicho todo. No tengo nada más que añadir.
;)

YO dijo...

Pues nada Ignacio. Qué le vamos a hacer. El artículo tú lo tenías guardado, y te llevaba 3 segundos replicarlo. Yo no tenía nada guardado de lo escrito así que no lo voy a replicar.

Que tienes bastante razón. Me parecieron buenos alumnos, los universitarios finlandeses. A ver si me filtran los alemanes este año, que se están poniendo exigentes.
Pero lo que de verdad, de verdad me apetece es Gringolandia. Un alumno de instituto en USA tal vez no sepa colocar España en un mapa. Un finlandés sí. Pero algunas de las Universidades estadounidenses son las mejores del mundo. Sólo están allí los mejores. La Meca del cine me da que no está en Finlandia.
La de las Finanzas y muchos otros campos de investigación tampoco.
Es lo que hay.
Buena semana...sin descontrol de blogger.
¿La fragilidad de todo?.
Si tú lo dices, reflexionaré sobre ello...yo creía que no.

Begoña Argallo dijo...

Yo me sigo repitiendo que la educación de un país, la refleja la televisión que hace. La que emite a través de sus pantallas cada día. Y me sigo haciendo una pregunta tan loca como las que suelo hacerme:
¿La televisión que se hace en nuestro país es un reflejo de nuestra sociedad, o es nuestra sociedad una consecuencia de la programación que se emite en nuestro país?

Es una de esas cuestiones estancadas que no logro contestar. Aunque quizá me decanto por lo segundo, no sabría.
Saludos