Las batallas perdidas

| jueves, 10 de marzo de 2011 | 8:57



Hace poco, yendo en un tren, pude visionar una de esas películas que suelen proyectar en los medios de transporte públicos o privados, y que dependiendo del momento o de su cariz pueden interesarnos más o menos. Ese día en concreto no tenía ganas de leer y comencé a verla sin mucho interés, la película se titulaba 'Percy Jackson y el ladrón del rayo'. El asunto iba de que el tal Percy -Percy, de Perseo, ¿lo cogen?-, un chaval de instituto normal, descubre ser el hijo de Poseidón y tendrá que embarcarse en la aventura de recuperar el Rayo de Zeus -que ha sido robado-, para tratar así de evitar una guerra universal entre los dioses. Bien, hasta ahí no pasaría de ser una cinta de consumo juvenil, entretenida, con ritmo, y que a ratos habría que coger con pinzas, en la que se actualizan los mitos griegos a base de mezclar efectos especiales, un poco de 'Las crónicas de Narnia', otro de 'Furia de titanes', un punto de 'Harry Potter', una pizca de 'High school' sin musical, briznas de 'peplum', gymkana pastelera y 'roadmovie', cierta coña marinera y listo, ya tenemos el plato mixto. Ahora bien, a medida que avanzaba la película, desfiló ante mí una parte del abanico mitológico de 'Las metamorfosis' con que tanto me había fascinado Ovidio durante mi adolescencia. La Medusa, sátiros, Hades, Perséfone, Hidras, la isla de los Lotófagos, centauros, Caronte, Sirenas, Minotauros, Cancerberos. Bien, me dije, puede que resulte un poco simplista, pero al menos los chavales tendrán algún tipo de referencia sobre todo ese universo y, si hay algún alma que se pueda salvar, terminará entrando en alguna web por pura curiosidad y quizás profundice en ese mundo fabuloso. De hecho, una de esas almas se hallaba delante de mí, sentada con su madre, un chico que no llegaría a los diez o doce años, y que en cuanto comenzó la película atornilló sus ojos a la pantalla con esa avidez con la que sólo pueden hacerlo los críos. Estupendo, me dije otra vez, eres tú, tú eres esa alma de la que habla el Talmud, basta con que salvemos una, la tuya, para salvar el mundo. Fue entonces, a los diez minutos de metraje, cuando el crío rebuscó en su mochila y sacó una de esas consolas portátiles que se llaman Nii o Wii o PSS y que tienen pantallas táctiles, trescientos ges y conexiones de todos los colores. Seguidamente, enchufó un juego de fútbol, y no levantó la vista hasta que llegamos a destino, vigilado de cerca por un servidor. Al menos, me consolé, el chaval había jugado con la camiseta de Cristiano y le metió goles a punta pala al Barcelona. Debe de ser el único mundo donde ya logramos hacerlo. El virtual, me refiero. Hala, Madrid.

5 comentarios:

YO dijo...

Lo había leído en prensa. Interesante.
Trato de no ser demasiado pesimista al respecto, porque es algo con lo que tengo lidiar diariamente, aunque no con niños como el que comentas, sino mucho más creciditos.
Pero en fin. No hay que desesperar. La esperanza en la humanidad no se puede perder.
Quiero creer en nuestros jóvenes. Si no lo hiciera, los mandaría a...

Rodericus dijo...

Bueno, cada generación que ha crecido, siempre ha puesto patas arriba siempre la perspectiva de la vida que tenia la anteriór.
Tampoco hay que perder la esperanza, igual el mocoso de la consola descubre dentro de unos años que no hay herramienta mas poderosa que la imaginación a través de alguna descarga en sú terminál portatil de la Odisea de Homero, y empieza a seguír con interés el periplo marinero de Ulises hacia Itaca, o las correrias de aquél mercader veneciano a través de la ruta de la seda.

Ignacio, lo siento por tí, pero este año la liga tiene el mismo propietario que el año pasado. Aunque este año, con Mourihno en el banquillo, se han unido las artes escenicas al deporte del balón. ¡¡ Vaya ruedas de prensa !!. En el fondo le admiro, es todo un caracter.

Un cordiál saludo.

Anónimo dijo...

Hace poco una sobrinilla de once años me prestó el primer libro de la serie de Percy Jackson, pidiéndome leerlo. Y yo, completamente incapaz de rehusar la más pequeña de sus peticiones, terminé con devorar los cinco tomitos. Hemos platicado la niña y yo sobre los cuentos en varias ocasiones, y noto que ella ha memorizado con encanto el “abanico mitológico” del cual habla usted. Los libros han llegado a ser casi una sensación en los EEUU entre los chicos que leen, amenazando el trono de Harry Potter. No sé si vayan un día a tumbar la puerta del imperio “Twilight”, ya sea que en ese castillo suelen habitar lectores de edad un poco más avanzada, y de intereses notablemente más feroces.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Hay esperanza entonces.

Ilsa dijo...

Ahora prima lo virtual sobre lo tradicional,pero lo que hoy es novedad mañana será tradición.
Pienso, que igual que añoramos nuestros recuerdos de la niñez,los niños de hoy recordarán los suyos dentro de unos años.Pero lo importante,es que exista y se de- sarrolle la IMAGINACIÓN en la infancia,ya sea con las consolas,las películas, la literatura,un juguete o un partido de fútbol.

Sin la fantasía y la imaginación no existiría la niñez, incluso sin ellas, no sentiríamos de vez en cuando, el niñ@ que todos llevamos dentro.

Saludos.