Cuando el hongo nos alcance

| miércoles, 30 de marzo de 2011 | 11:54


El archipiélago japonés siempre ha mantenido una relación estrecha con el desastre, geográfica y míticamente. El entorno epiléptico en el que se sitúan las islas da pábulo a una cultura del caos, de la catástrofe, del cataclismo. Las penosas y tristes imágenes de estos días subrayan esa propensión, miles de habitantes muertos o asolados, las miradas perdidas, los súbitos apagones, las filas en los supermercados, los helicópteros intentando apagar el infierno, el despeñamiento del índice Nikei, el mar desencadenado… Ha bastado un solo número, 8,9, para que la vida nunca vuelva a ser la misma. De este entorno surge un manga, un anime, un cine y una literatura obsesionada con el Apocalipsis, especialmente tras la Little Boy del 45. Hiruko, el dios-sanguijuela del panteón mitológico japonés expulsado del mismo por su predisposición a la calamidad, la hecatombe ciberpunk de Akira, los relatos del libro de Haruki Murakami, Después del terremoto, inspirado en el terremoto de Kobe, Godzilla abriéndose paso entre los acantilados de edificios, las películas armagedónicas de Shiro Moriati, Toshio Masuda o Kinji Fukasaku, las últimas creaciones de Miyazaki, el Ghost in the Sell de Masamune Shirow… Evidentemente, el país tiene sobradas razones para que su sensibilidad artística esté sembrada por el fantasma del fin del mundo. Todo arde en la imaginación de Japón. Y en los próximos años, las imágenes de estos días, el emperador contrito y encomendándose a la Virgen del Carmen, la impresionante reacción de los ciudadanos, la violencia del agua, los nuevos ibakusha huyendo del nuevo veneno radioactivo, la catarsis nacional, la contumaz locura, el granizo y la nieve congelando a los supervivientes, los once mil muertos y dieciséis mil desaparecidos, la cascada de desgracias, el cáncer y la incertidumbre geofísica, los barcos arrastrados hasta el centro de las ciudades, los crematorios… serán el humus del que saldrá más arte. ¿Qué nuevos Kurosawas rodarán nuevas Crónicas de un ser vivo? ¿Quién podrá atrapar el fin del mundo en un haiku?

6 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

Viendo las imágenes de desastres como este uno se pregunta qué puede sentirse cuando desaparecen de un plumazo todos los paisajes que has conocido y toda la gente con quien has compartido, y a la que has querido. Y es inevitable desear no ser, para no sentir y no tener que preguntarte de qué modo has de seguir.
Saludos

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Inenarrable. El arte no llega a tanto.

Juan Carlos dijo...

Ha tenido que ser terrible, impactante, escalofriante haberlo vivido y sufrido.
La propia Unión Europea habló de Apocalipsis tras la tragedia. Creo que fue el comisario europeo de la energía quien dijo que el término estaba bien elegido.
A pesar de toda esta devastación es de admirar la entereza del pueblo japonés.

Ilsa dijo...

Hoy he estado viendo una noticia sobre la central nuclear,a las personas que están allí les llaman:"los samurais de Fukushima".Sólo se quitan el traje protector para dormir y esto lo hacen en un colchón de plomo.De acuerdo con lo de la entereza del pueblo japonés,yo hablaría también de estoicismo.
Por cierto hace poco,llegó a mi casa Tokyo blues de Murakami.

Saludos.

Dada Sanz dijo...

Creo que tienes mucha razón, el pueblo japonés tienen una potencia y capacidad artística enorme, resulta muy interesante el análisis desde ese punto de vista. También admirable su espíritu de superación tan fuerte.
Gracias

Ilsa dijo...

La verdad, es que me han fascinado las pinturas y grabados de Hokusai.Gracias a él se empezó a utilizar el término manga,y no son "garabatos",significado de esta palabra entre otros.Desprenden una gran fuerza.
Gracias por ilustrar tus comentarios con estas maravillosas ilustraciones.

Saludos.