Viena y el cuarto hombre

| domingo, 20 de febrero de 2011 | 11:38

El cuarto, un servidor, y mi querido Wolfram, el quinto. Aquí estamos, en el Belvedere; fui invitado por el Cervantes de Viena para hacer un recital literario sobre Los demonios de Berlín. http://viena.cervantes.es/de/kultur_de/kulturaktivitaeten_de.shtm, y para hablar de la condición humana en general. Algo apasionante, porque al cabo, como dice Wolfram: la locura es el estado habitual del ser humano, la normalidad no pasa de ser una desviación aberrante.

TAKE THIS WALTZ: Viena es un cielo gris, espectral. Wien es Arthur Schitzler, Max Frisch, Josef Winkler, Stepan Zweig, Hofmannsthal. Viena es la mierda de perro en las calles. Las costillas y la cerveza artesanal del Salm Bräu, en la Rennweg -se sabe cuándo se entra, pero nunca cuándo se sale-. La especial manera que tienen los vieneses de coger el cigarrillo. Wien es la salvajada del Hofburg. La casa donde murió Schubert. Un boliviano que sólo hablaba austriaco. El mercado de las pulgas. La alucinante y terrorífica propaganda nazi del Heeresgeschitliches Museum. Viena son las riquísimas tartas del Orerlaa. Aquella niña de ojos transparentes sentada en las escaleras del Kunsthistorisches, que me miró sonriente, la obra de arte más importante que albergaba el museo, de hecho, ella era el museo. Encontrarme por causalidad con la casa de Freud, en la Berggasse 19, de la que tuvo que salir pitando cuando los nazis le pidieron cita. Wien fue el concierto del Musikverain -la sexta de Mahler, la séptima de Beethoven, Danzi, Francaix, Berio, Barber, Hinderwith…-. La sabrosa Bohmische Braunbiersuppe. El poderoso vino blanco austriaco. El encanto del Belvedere, Max Oppenheimer, Hans Makart, Franz Xaver Messerschmidt. Aquella belleza morena recién salida de un cuadro de Klimt degustando una Birnen-Williams Torte. Viena es la amabilidad de la gente del Cervantes -Vielen Dank für die Einladung¡-. Un puñetero dolor de espalda por una mala postura al escribir. Estatuas suicidas en las azoteas. Aquellos tipos que se sentaron a mi lado y pidieron para cenar dos enormes trozos de tarta y medio litro de cerveza de trigo. Un camarero tirándome los tejos a ver si colaba. El Heisse Schokolade, chocolate caliente con brandy, que me tomaba todas las mañanas en el Café Museum. Aquella tienda de pañuelos donde tenían una foto bien grande con Sharon Stone mirando su mercancia, este es el sitio que eligen las estrellas de Hollywood para hacer sus compras. Wien es un cine en el Ring que ponía El Tercer Hombre en sesión continua.











Así dejó Freud su sombrero, la boina y el bastón el día que tuvo que salir a toda velocidad de Viena.


El vehículo original en el que atentaron contra Francisco Fernando en Sarajevo, 28 de junio de 1914.

10 comentarios:

marqués dijo...

Interesante resumen vienés.
Si alguna vez pasas por Dresden avisa!

Ilsa dijo...

En mi provincia Huelva, en Trigueros,procesionan a San Antonio Abad , único Santo con carnet sindical desde 1929.Te lo comento, por si el Wolfram del que hablas es Aichinger.

Saludos.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Estoy abierto a planes.


Es Aichinger, le conoces??

Ilsa dijo...

A él personalmente no .Conozco un libro suyo "El fuego de San Antón y los hospitales antonianos en España",me lo prestó para leerlo un amigo del pueblo que te nombro,que realizó un trabajo de antropología sobre las ordenes de San Antonio Abad y su relación con los templarios.

Saludos.

Begoña Argallo dijo...

"Aquella niña de ojos transparentes sentada en las escaleras del Kunsthistorisches, que me miró sonriente, la obra de arte más importante que albergaba el museo, de hecho, ella era el museo".
Apasionante descubrir lugares nuevos, pero más apasionante aún conocer a esas personas que vistas unos segundos jamás olvidaremos. Esa niña museo por ejemplo. Genial.

Juan Carlos dijo...

Me creas añoranza con tu viaje a Viena. Afortunado tú por haber podido disfrutar de ella estos días.
Viena majestuosa. Viena dorada. Viena única. Ciudad de palacios, de valses y de niños cantores. Ciudad de museos, como el encantador Museo de Belvedere. De caballos, como los lipizanos que entrenan en la Escuela Española de Equitación. De glamurosos cafés y refinadas tartas, como la deliciosa Sacher. Y también la ciudad de Sissi, la emperatriz triste…

Demasiado que contar sobre esta elegante ciudad. Demasiado que ver, oler, sentir, degustar… Demasiado con lo que maravillarse.

YO dijo...

¿Viena es mierda de perro en las calles?.
Me acabo de quedar de piedra. ¡Qué decepción!. Tengo pendiente la visita a esa ciudad, que para mí es idílica por lo que representa para el arte que más amo...y creo que demoraré la visita hasta poder hacerlo en la adecuada compañía. En caso contrario, prefiero no pisarla nunca.
Pero ¡vaya chasco!.
Espero que hayas disfrutado de la visita.

Rodericus dijo...

Y sonando de fondo, la citara de Anton Karas.
Viena es la capital espirituál de Europa, aún con mierdas de perro sobre las aceras.

¿ Sigue girando esa monumental noria ?.

Saludos.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Bueno, las cagadas de perro no son una tragedia, pero sorprenden, sobre todo teniendo en cuenta que hay máquinas expendedoras de bolsitas gratis. No obstante, eso no demedia Viena en nada. Es una capital imperial, la Nueva York de centroeuropa. Como dice Wolfram: seguimos viviendo en el decorado de una función que dejó de representarse hace cien años.

Y el Prater... la noria funciona, pero no esos días. El punto kitsch fue aquel cine donde proyectaban la peli en una cinta de Moebius.

YO dijo...

Me alegro mucho de que lo de la mierda de perro (a mí me gusta más decir, "caquita de perro") no sea una tragedia.
En cualquier caso, dado que he demorado tanto, tantísimo la visita a esa ciudad, que para mí es absolutamente obligatoria antes de morir, pues espero que el amor me ciegue tanto, tanto, que me impida ver la caquita de perro.

P.D: Mis numerosas obligaciones profesionales y familiares me impiden visitar la exposición "enredada" que se inaugura hoy.
Confío en que sea un éxito de público.