Las iconologías de Maffesoli

| domingo, 7 de noviembre de 2010 | 12:13



El sociólogo Michel Maffesoli ha construido un interesante panóptico para repasar los iconos occidentales que definen nuestra época, un elenco ordenado alfabéticamente, en retratos breves e intensos, que van desde Zidane hasta las tribus urbanas, pasando por las redes sociales, haciendo noche en los tatuajes y terminando en la publicidad, Harry Potter, Brasil o el hedonismo moderno.Resulta iluminador cómo al tiempo que los identifica y los fija, procura conectarlos con la tradición y los mitos del pasado. Haciendo caso omiso de una ciencia -la suya- que tiende a teorías demasiado generales o abstractas, Maffesoli pronuncia un sésamo que abre conceptos particulares, a ras de tierra, conceptos comunes e incluso banales, y, a partir de esas muestras histológicas de la realidad, intenta retratar ese principio contradictorio que todo ser humano lleva dentro.Matices, actitudes, miradas, gestos… El sociólogo francés utiliza una mirada transversal para, por ejemplo, partiendo de san Agustín y su Ciudad de Dios, hacer un fresco del eterno adolescente fruto de la sociedad actual; o mediante camafeos de ideas, contrapone el Homo sapiens con el Homo festivus como metáfora del paso del racionalismo al sensualismo.Parece como si el filósofo francés hubiese escuchado la frase de Camus acerca de que este mundo tiene un significado más elevado que trasciende todas sus preocupaciones o esas preocupaciones son su única verdad, o el mandato weberiano de que hay que estar a la altura de lo cotidiano. Al cabo, cuando nada es importante, todo es importante, y son los pequeños fenómenos de la vida corriente los que determinan la existencia individual y colectiva, constituyendo el “estar juntos” postmoderno. Si hay algo que reprocharle a Maffesoli es que peca de cierto afrancesamiento en sus conclusiones, en ocasiones, resulta demasiado autorreferencial, y sus capítulos son de desigual factura, mezclando momentos brillantes o agudos con otros de sobreinterpretación, pero, en resumen, resulta interesante en la argumentación, resolviendo que nuestra sociedad occidental pasa por un periodo crítico de cierta involución y cuestionamiento. Vivimos en una época marcada por el retorno de lo salvaje y la salida a la superficie de la animalidad reprimida, un triunfo de los humores y las bajas pasiones, del ser humano más bárbaro, paradójicamente, recurriendo a la tecnología e internet. Es evidente que nosotros los efímeros, como nos llamaba Rilke, no podemos salir indemnes del hecho de que hay 240 millones de personas que juegan habitualmente al fútbol en un millón y medio de equipos de 300,000 clubes adscritos a las seis grandes federaciones de la FIFA, una institución de alcance mundial con más miembros que la ONU.

5 comentarios:

Rodericus dijo...

Totalmente de acuerdo. Parece que se impone la organización tribál otra véz. Y creo que Rosseau se equivocaba, no existe el buén salvaje.

Saludos.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

No hay más que ver Sálvame, Mujeres y hombres y viceversa, el programa de Fama Revolution con Rafa, el jefe de los bailarines, intentando convencer a un chavalín de que baile con tacones porque todos tenemos un lado femenino... Qué diría Don Draper¡¡

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Rosseau, ese teórico del totalitarismo :)

Sandra Sánchez dijo...

Qué interrsante! y es un libro?

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Un libro de ensayos, una mirada fresca.