Talese

| lunes, 18 de octubre de 2010 | 0:04


No cambiaría la felicidad por lo que soy. Es lo que bien podría decir Gay Talese, el autor de Retratos y encuentros, un tipo comprometido con su oficio, que es el de observar la vida, contar las historias que ve. Cofundador del Nuevo Periodismo, que yo creo que no es más que el periodismo de siempre, o sea, el bien hecho, Gay Talese, ese señor anacrónico y distinguido que sólo lleva trajes a medida -ese aire de Madmen, pañuelo de seda, zapatos exquisitos, chaleco ajustado…-, escribió con igual esmero de Joe DiMaggio que de un obrero, con la misma escrupulosidad de Frank Sinatra que de un periodista de obituarios del New York Times. Escribir sobre Obama es muy fácil, explica, porque el personaje es apasionante. Pero ahí no hay desafío. El verdadero reto es conseguir que un desconocido, por ejemplo, el doble de Brad Pitt, se convierta en un personaje interesante gracias a tu pluma. Riguroso, metódico, con un olfato afinadísimo para los pequeños detalles que hacen grandes las historias, este artesano busca de continuo los ángulos inexplorados, el coro de voces que le ayuda a completar su cuento con calidad, precisión y veracidad. Se habla mucho de su reportaje Frank Sinatra está resfriado, considerada la mejor crónica publicada en la revista Squire, pero a mí me fascinó mucho más la dedicada a Floyd Paterson, ese personaje entrañable por marciano, que sin haber leído un libro le cuenta a Talese como a una cámara que los escritores no tienen nada para él porque ninguno ha sentido más hondo de lo que él ha sentido sobre el ring o que le explica como un poeta homérico la dulce sensación que se experimenta cuando te noquean. Y por encima incluso está el maravilloso reportaje sobre Peter O´Toole, todo talento, alcohol y confusión, que siempre compra el mismo libro, Moby Dick, y únicamente lee el mismo sermón de la novela: y si obedecemos a Dios tenemos que desobedecernos a nosotros mismos. Una galería de personas y personajes, el despistado Joe Louis, el efervescente Ali, los empleados del Vogue, el mesiánico Castro… todos se pasean por sus páginas como bajo una lente de aumento y son perfectamente definidos por un botón mal abrochado o una mirada a destiempo. Pero de todos, me quedo de nuevo con el hermoso y lánguido O´Toole y su particular credo recitado al calor de un buen whisky en las barras de Dublín: opto por no ser un hombre común… es mi derecho ser singular… busco la oportunidad, no la seguridad… quiero correr el riesgo intencionado… soñar y construir, fracasar y triunfar… negarme a cambiar el incentivo por un nimio subsidio… prefiero los retos de la vida a una existencia asegurada, la emoción de realizar una ambición a la calma sosa de la utopía…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No hace mucho leí una entrevista que le hicieron, la tengo guardada entre un cúmulo de papeles, de esos que hay que releer.
El último párrafo es cuando menos impagable.
Saludos

Begoña Argallo dijo...

Con lo de último párrafo me refiero a esto último que considero una lección de vida:
Opto por no ser un hombre común… es mi derecho ser singular… busco la oportunidad, no la seguridad… quiero correr el riesgo intencionado… soñar y construir, fracasar y triunfar… negarme a cambiar el incentivo por un nimio subsidio… prefiero los retos de la vida a una existencia asegurada, la emoción de realizar una ambición a la calma sosa de la utopía…

Pd: comentar como anónimo es mucho más rápido, pero prefiero lo complicado supongo...