Que la Parca reclame a los suyos

| domingo, 25 de julio de 2010 | 22:53


Les voy a enumerar lo que me rodea en estos momentos. Unas bolsas de la FNAC con su contenido esparcido por el suelo; el fantástico libro de E. L. Doctorow, Homer y Langley, sobre los famosos y mitológicos hermanos neoyorquinos afectados por un sobredimensionado Síndrome de Diógenes; el Diccionario de Nueva York, la mirada matizada y poética de Alfonso Armada sobre la ciudad; Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri… Un recorte de El Viajero de El País sobre las playas de Máncora, en el norte de Perú, paraíso de surfistas y patria de los pisco sour. Otro trozo de periódico con la forma de Chipre que habla de la exposición del fotógrafo Juergen Teller en la sala Alcalá 31 de Madrid. Un poco más allá continúa el derrumbe de libros: La caída de Constantinopla, de Sir Steven Runciman, que cuenta la historia como si fuese un erudito, límpido y escrupuloso relato de honor y sangre y crueldad y traición; el National Book Award del 2009, Que el vasto mundo siga girando, de Colum McCann, un emocionante y caleidoscópico retrato de Nueva York -casualmente, este autor sale dándose un paseo con Alfonso Armada en su diccionario-; una edición de bolsillo de Apocalípticos e Integrados, los magistrales ensayos de Umberto Eco sobre la cultura de masas; El día de la Independencia, de Richard Ford, también en bolsillo; los cuentos completos de Cheever, en la edición de tapa dura de Emecé. Un DVD con tres capítulos de la segunda temporada de Mad Men. Una toalla, unas chanclas y un protector 30 contra el sol, en espera de que me vaya a una calita perdida. Cuatro periódicos del día. Sobre un diccionario de inglés, los libritos de entrevistas de La Fábrica Conversations with photographers. El tocho El siglo moderno, de Cartier-Bresson. Un CD de Love of Lesbian. En el punto más lejano, otro tocho que se titula The Works of Oscar Wilde. Y como tenía curiosidad por el género negro escandinavo, tan en boga, me he comprado también Las hijas del frío, de Camilla Läckberg, a ver cuál es la receta para vender millones de ejemplares. Un reloj de plástico para controlar el tiempo que voy a estar tostándome. Un gorrita azul de los Hornets -también contra Lorenzo-. Unas gafas de sol para parecer más misterioso. La cámara para mis fotoguiri -ya saben, con gorrita, sin gorrita, con pantaloncito a cuadros, con pantaloncito liso…-. Y ya está, creo que eso es todo. Con este inventario espero haberles dado ideas para que este verano disfruten mejor de sus calas particulares. Cuando toque, como dice Pérez Reverte, que la Parca reclame a los suyos. Pero entretanto disfruten: también se ha ganado el Tour.


PDATA: TODOS LOS MARTES DE AGOSTO PODRÁN ESCUCHARME EN EL PROGRAMA DE ONDA CERO DE ARTURO TÉLLEZ, A PARTIR DE LAS SIETE: CONVERSACIONES CON UN BURGUÉS.

7 comentarios:

Rodericus dijo...

Parece sér que emigras hacia una zona tremendamente soleada, al menos por lo del factór 30. iguál nos cruzamos por el camíno, porque yo pondré rumbo a Cantabria el dia 9. Los treinta y pico de grados y el 80% de humedád me están minando la resístencia física. En la maleta llevaré "los Años Divinos" de Oriól Regás, una crónica de los años canallas (pero muy divertidos) de la izquierda burguesa de la Barcelona de los sesenta y setenta, un compendio de obras de Nietzsche, para equilibrár lo mundano y lo trascendente, y Anatomia de un Instante, de Javiér Cercas, para vér si me entero de una véz de quién era el puñetero "Elefante Blanco" del 23-F.

Si en la zona de Santoña consigo sintonizár la emisora, te seguiré puntuálmente, ¿quién es el burgués?.
Un cariñoso saludo, y que te tuestes poco.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Buena carga de libros. El elefante blanco era Armada, no? Ahora está cuidando su jardín...

El calor de asfalto es realmente asfixiante, insoportable, hay que emigrar.


Y el burgués es un servidor, por supuesto. Hablamos de un destino manifiesto. Llevo años clamando por el Día del Orgullo del Pequeñoburgués. La paz del mundo descansa sobre nuestros hombros cual Atlas de clase media.

Abrazos.

David Barreiro dijo...

Esteremos atentos al transistor...

Rodericus dijo...

Menos mál que hay álguien como tú que reivindica el concepto de burgués y burguesia, en véz de ese "concepto politicamente correcto" de "clase media". Hay que vér los daños colaterales que hicieron algúnas consignas mal entendidas del Mayo del 68.A poco que pueda, no pienso perderme las charlas. Si vienes por la zona Mediterranea, pidete algún "arróz a la banda" acompañado de algún clarete razonable, ligero, sabroso y nutritivo. Se supone que Armada era el alma del "asunto", pero a la vista de algúnos hechos posteriores, tengo algúna duda aún.
Y si no sér gregario y vivír en tierra de nadie es sér pequeño burgués, apúntame también al clúb.

Descansa, disfruta del mundo y de la vida, porque creo que el próximo curso vá a sér complicado.

Un abrazo amigo mio.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

La tierra de nadie es solitaria, pero es nuestra tierra y nuestras soledad. Una relativa autonomía -que no aislamiento- en un mundo en el que no es posible la independencia.

Anónimo dijo...

Hola Ignacio: Ayer tuve la inmensa suerte de poder seguir vuestro programa de radio en Onda Cero y quería felicitarte, fue sumamente interesante y entretenido. Dices que será todos los martes ¿no es así? Seguiré sintonizando. Saludos.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Muchas gracias¡¡