ALUCINANTE, EXCESIVA MANILA

| lunes, 8 de marzo de 2010 | 16:56


12 millones de habitantes. Con eso lo digo todo. Invitado por el Cervantes de Manila para dar una charla sobre Europa, he tenido tiempo de andar la ciudad. Su energía es telúrica, un magma en ebullición, un manguerazo de vida inagotable. La foto que he subido hoy no es casual, es el resumen de un país. Un santo cristianísimo junto paganísimos leones chinos -es la maravilla de San Agustín, y su claustro, qué claustro, mañana hablaré de él-. En Manila no hay reglas, todo se superpone y se roza y se mezcla, lo chino con lo gringo con lo español, y al final el arte barroco acaba haciendo un par ocho en un campo de golf. Somos bambúes, me cuenta el escritor Ramón Súnico, nos doblamos, nos adaptamos, aunque muchas veces no sabemos ya quiénes somos. Y el calor de justicia. Y la amabilidad de la gente, que a veces roza lo inaudito. Y los taxistas estafándote sistemáticamente. Y la intensidad del catolicismo enredado con las supersticiones más extravagantes. Y el espectro de Gil de Biedma deambulando en busca de sexo canalla. Y las calles llenas de gays -nunca he visto tantos por metro cuadrado-. Y la sombra de McCarthur dirigiendo las operaciones contra los japos desde el hotel Manila. Esta ciudad engancha, señores. Engancha mucho. Mañana Intramuros. Fliparán.

6 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

¡Que envidia de templos!... Lo de las horas de avión ya menos. Y en cuanto a las religiones que conviven en armonía me gusta, ¿porqué no?.
Y lo de adaptarse a todo hasta no saber quien se es, me suena ¿¿¿¿¿porqué será???? Saludos

Juan Carlos dijo...

¿En Manila??? Hay que ver Ignacio que manera de moverse, no paras. Tan pronto estás aquí como en la otra punta del mundo. Qué diversidad... soy todo oídos, o más bien ojos que leerán atentamente todo cuanto quieras descubrirnos sobre ese lejano y exótico país. A disfrutar amigo. Un saludo

Ilsa dijo...

Hace mucho tiempo, había siete lunas en el cielo que bailaban a su antojo, hacían coreografías tan bellas que inspiraban a la gente.Pero bajo el mar,receloso de aquel maravilloso espectáculo,vivía un dragón, que envidioso, salió para devorarlas.Se fué comiendo una por una todas las lunas.Pero...al llegar a la última, el Dios del cielo y la gente de la tierra, se unieron para hacer frente al dragón , que fué vencido.Y desde entonces, todos podemos disfrutar de la luna ,aunque sólo sea una, nos alumbra con su magia estemos donde estemos todas las noches.
Cuento filipino.

Rodericus dijo...

Y aparte de lo que has mencionado, la sombra del almirante Yamasita, Echa un vistazo si puedes a los subterraneos de la ciudadela de intramuros, las leyendas hablan de un tesoro en lingotes enterrado en alguna parte.
De ahí sale argumento para un par de novelas.
Disfruta de todo eso.

Unknown dijo...

Coño, tío, hoy mismo encargué en la Casa del Libro la guía de Lonely Planet de Filipinas. Y resulta que tú estás allí. Ya me contarás. Soy Marifé

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Bueno, lo de los japoneses aquí es una película de terror. No se conoce mucho de la guerra asiática. Follones aparte, estoy fascinado por esa ciudad, es pantagruélica, no tiene medida. Y lo prometo: nunca, nunca, nunca más volveré a quejarme de los taxistas madrileños. Estos cabrones me tienen frito, te dan más vueltas que una noria.